Hacer turismo es viajar de un lugar a otro por ocio, con el objetivo de visitar y recorrer lugares nuevos. El viaje es libertad, aventura, alegría y experimentar sensaciones. Forma también parte de los sueños y, siendo placer, también es aprender, descubrir y desarrollar la curiosidad. El imaginario colectivo está repleto de viajes: al fondo del mar, en globo, a la luna, en 80 días, e incluso a ninguna parte.
Lejos quedan ya los tiempos en que, para iniciar el viaje, necesitábamos un mapa o, al menos, una brújula que nos orientase durante el camino. La irrupción de internet ha cambiado el mundo y al mismo tiempo el turismo y la forma de viajar de las personas. Hoy sabemos que los nuevos modelos turísticos del siglo XXI están basados en la tecnología, la accesibilidad, la innovación y la sostenibilidad, ya que este es el siglo de
la información y la conectividad. Ya en 2011 la Organización Mundial del Turismo comentaba que “son innegables los progresos realizados en los últimos años en lo que respecta a la conectividad y la capacidad de procesamiento en el ámbito de las TIC” (Blanco 2011). Esta conectividad permite al viajero ser mucho más selectivo, ya que el abanico es muy amplio en la oferta, tanto de alojamientos como de actividades al viajar. De este modo, el turismo en sí, entendido como hemos mencionado antes, comienza mucho antes de bajarse del avión: La aventura empieza en la búsqueda del sitio al que ir o las actividades que ofrece cada destino.
Ahora, junto a la tradicional oferta de destinos populares que ofrecen las agencias de viajes, con paquetes de experiencias programadas por horas, se han abierto las posibilidades para esos viajeros que buscan sorprenderse en destinos menos transitados. Quienes comienzan a alimentar su curiosidad por un destino hoy en día, se sientan delante de la pantalla (o sacan el ordenador que todos tenemos en el bolsillo) y piensan “¿a dónde vamos?” y con tan solo “un click” tienen la información de cada lugar: qué visitar, qué actividades hacer, dónde comer, e incluso comentarios de antiguos visitantes que cuentan sus mejores y peores experiencias. Todo esto acerca al viajero a nuevos modelos de turismo, que permiten vivir una experiencia en una cabaña en la montaña, en una tienda de campaña con todo lujo de comodidades o, como es el caso del turismo rural, a una casa en un pequeño pueblo.